INTERVENCIONES EN LA EXPOSICION DE P.LEMOINE
Jacques Lacan – 21 de Mayo de 1971 – París (Francia)
Versión original : Ecole Lacanienne de Psychanalyse (Francia)
Traducción: Lic. Olga Mabel Máter – info@olgamater.com
Colaboración en francés: Alejandra Freschi – alejandra_frechi@hotmail.com
Intervenciones en la exposición de P.Lemoine: < A propósito del deseo del médico > en el Congreso de la Escuela Freudiana de París sobre: < La técnica psicoanalítica >, Aix – en Provence (después del mediodía) publicado en las Cartas de la Escuela Freudiana, 1972, N° 9 pp. 68 – 78.
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Grasset.- Quisiera hacer a Israël una pregunta. Hablando como él lo ha hecho hace un rato y en particular como lo ha hecho al final en su última intervención, ¿se coloca cómo médico ó cómo analista?.
Israël.- Son muy difíciles, las dicotomías. Comprendo muy bien ésta pregunta, me parece legítima. Pongamos que yo haya comenzado por ser médico y que ahí yo he descubierto el análisis. No he podido por eso suprimir lo que había podido saber o entender o aprender en medicina, antes. Pienso que al contrario, esto me da un cierto material a analizar. No reniego de ciertas funciones del médico. Lo que yo denuncio, es un mal uso de la medicina.
Grasset.- Hice esta pregunta porque pienso que tratándose de esta cuestión, son posiblemente los médicos, más que los analistas, quienes pueden intentar dar aquí una respuesta.
Lacan.- Y puede ser, también, que los analistas la formulen de manera diferente![1]
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[…] Benoit.- Retomo la palabra porque se ha hablado de medicamentos. Yo creo que lo que funda la medicina, no es la existencia de los médicos, es la existencia de los medicamentos, generalizando: los objetos terapéuticos, del objeto médico. Alguien que está enfermo es, ante todo, alguien que demanda un objeto. Esta búsqueda se sitúa ciertamente a un nivel extremadamente arcaico, totalmente preedípico como se ha dicho hace un rato.
Es tan necesario en un psicoanalista que se aventura en el universo médico preguntarse, justamente qué es este objeto, ¿ es un objeto biológico o es otra cosa ?.
Es sólo cuando se ha hecho esta pregunta que, cuando se es psicoanalista, uno puede aventurarse en el universo médico, estando seguro de que su deseo no es un deseo de medicina sino un deseo de analista.
Lacan.- Benoit acaba de introducir un elemento que, no puedo decir que hasta ahora ha faltado, voy a decir por qué, un elemento que era del todo esencial resaltar en su carácter, de sujeto del término ‘arcaico’. Porque en efecto es ahí desde siempre, desde que hay una profesión médica. No impide, por supuesto, que, como todos los objetos arcaicos, está siempre ahí. Esa no es una razón para que se ahogue en una abundante producción ligada a la proliferación de los productos químicos, que tienden, como muchas otras cosas en el mundo moderno, a ocultar el fondo, a ocultar de lo que se trata, para que no sea siempre lo que ha sido el objeto médico, que se lo produzca en las fábricas especializadas o con momia molida: se trata siempre del mismo objeto médico.
Respecto a esto, lo único que yo tendría como comentario, es que puede ser, en lo que nos ha sido presentado con un carácter del todo impresionante, ligado a la manera muy bien ordenada en que cada uno podía testimoniar, sobre algo que hubiera si no registrado él mismo, en todo caso escrito para la presentación, esto tomaría verdaderamente todo su alcance, entonces no se trata absolutamente de considerar que semejante testimonio sea algo que no tenga su incidencia y su alcance; es el corazón mismo de la actualidad, es muy importante, sin embargo, sujetar con alfileres, el deseo del médico, es algo que me parece debe estar entre paréntesis.
Si he destacado el deseo del psicoanalista, en primer lugar, es con un formidable punto de interrogación, y justamente en esto que no es tan fácil de dar la fórmula. No pretendo haberla dado yo. Es una interrogación totalmente correcta, ya que en el interior de la disciplina psicoanalítica o de la experiencia psicoanalítica, como ustedes quieran entenderlo, el deseo es una articulación del todo esencial a definir. Llevarla fuera de su campo implica naturalmente todas las correcciones necesarias, sobre lo que ella puede querer decir, fuera del campo donde nosotros lo tenemos articulado de una cierta manera, donde por ejemplo, lo que yo llamo a menudo de una manera resumida: mis grafos o mi álgebra, permiten precisarlo, en las condiciones de la experiencia analítica; proyectarla en otra parte, en relación a algo que se presenta como un término que es necesario llamar a la vez existente y al mismo tiempo mítico, a saber: el médico, como si fuera algo esencial, por supuesto, hay que ver que allí una realidad social totalmente sólida e instituida; pero es cierto que esta institución toma su alcance de una imagen totalmente antigua y que necesita ser articulada con mayor precisión. Uno puede hacer una interrogación analítica de esta imagen arcaica, como lo ha dicho, hace un rato, Benoit. Ella no es arcaica, ella está siempre ahí. Es suficiente ver la referencia que nosotros hemos tenido hace un rato en el lenguaje de Israël. Nos ha dicho hace un momento: lo que quiere el médico, tal como surge de nuestra experiencia, es ser un buen médico; es, en efecto, absolutamente esencial. Puede ser, como cuando se trata de productos químicos que comienzan a ahogar al objeto médico: las cosas pueden parecer situarse sobre una frontera estatal, tenga acuerdo con la Seguridad Social o no, etc.. Detrás de esto, queda la densidad y el peso de lo que representa la figura del médico, la manera por la cual el médico, él mismo la vive, es ser un buen médico.
Hay algo que merece, ser interrogado en sí mismo. Y en esta consideración, es cierto que sería necesario proceder con una serie de análisis comparativos o mismo con una encuesta, donde se podría llegar a abrazar la cuestión más de cerca; no hay uno solo entre nosotros que, siendo médico no haya sentido por las personas, cercanas, accesibles, con las cuales dialogaba, como un comportamiento está motivado todo, por esto, lo cual, no es suficiente llamarla, ideal, porque esos términos han sido precisados en mi lenguaje en función de una cierta articulación analítica; pero eso no quiere decir, por ejemplo, que el término ‘ ideal ’ sea suficiente para representar lo que hay bajo esta función, bajo su estatuto, y en lo que el médico digno de este nombre encuentra su estabilidad; que él esté asegurado por la presencia de lo que se trata de saber, si ella es solamente determinable sociológicamente por esta función arcaica de ser el buen médico, esto merece ser interrogado. Y ahí nosotros tenemos, en efecto, la estructura de algo que, se acerca muy probablemente a lo que se ha dicho, a saber de un objeto, de un objeto benéfico, de un objeto que se comunica, el médico es algo que, en cierto modo, deja participar de una especie de esencia de ‘ buen para algo’.
En mi último seminario, he acentuado bastante, todo lo que se puede poner como peso diferente detrás de esta palabra: ‘bueno’. Esa no es una razón para que, según nuestra consideración, se pueda decir que el médico es bueno. No es de esto de lo que se trata.
Y lo que se ha puesto en evidencia de algo que no me ha parecido jamás sin consecuencia, es en efecto – en cierto caso era brillante – la función del deseo en tal o cual médico. Pero el deseo en los médicos, es tan claro que no tiene menos función que en otros, sería asombroso si los médicos escaparan esto, por supuesto, allí tropiezan a cada instante en su práctica, no es desde luego su privilegio. De modo que lo que es para interrogar, es la legitimidad de la fórmula: el deseo del médico. Antes de saber lo que es el deseo del médico, del médico tomado en lo que he llamado hace un instante: su esencia – lo que no es probablemente un buen término – porque se trata de algo más arcaico que lo que es de la esencia; en fin, lo que es del deseo en su relación con la existencia, de lo que ha muy bien promovido Benoit, hablando del objeto médico. Es en efecto una cuestión, por la cual no hay verdaderamente ningún inconveniente a que sea tomada por este inicio de experiencia, la experiencia de vuestra introducción en el campo médico; porque a decir verdad, antes de pensar cómo vamos a reducir el campo médico en el campo freudiano, es necesario decir, que somos nosotros los intrusos.
De hecho, es la cuestión que ha sido siempre dejada de lado muy expresamente por los analistas, si hay algo que puede ser constituido de nuevo por mi enseñanza, es que ciertas cuestiones pueden ser puestas, como ellas lo son en efecto aquí, que se puede esperar que una ciencia se abra a partir de la cual se puede disparar el tiro, corregir las posiciones, introducir el elemento de una reparación. .
Por el momento, es cierto que, no estamos cerca de ésta reparación, y que parece más allá de toda esperanza.
Así pues, de lo que se trata es evidentemente, de ver por qué, hasta el presente, los analistas no han abordado jamás ese campo, se encuentra, como en muchos otros casos, desde que uno tenía el tiempo de trabajar, desde el fin de la segunda guerra, tiempos para hacer melindres. Los analistas, todos aquellos que no están en mi escuela, muy exactamente, han pasado su tiempo en hacer considerar que ellos también tenían las virtudes del buen médico. Era su refugio principal. Gracias a esto, ahora nosotros nos encontramos en efecto en la posición de saber que los analistas, son esencialmente diferentes a los médicos, y como antes se ha vivido en la confusión, al momento donde la confusión se disipa, naturalmente es bueno para el malentendido, y todo lo que ustedes tienen, en suma, puesto en evidencia por el testimonio del grupo de Estrasburgo, es tan exactamente esto, es que por el momento, es estrictamente inarticulable. Ustedes pueden en efecto aprovechar todo lo que quieran: actos fallidos, farfullas, defectos increíbles, las confesiones que son raramente recogidas. Pero esto no constituye el más pequeño principio de embrague.
Sobre este tema, Guattari hizo también un excelente comentario. Yo no sé si el voto con el cual ha terminado, es decir – si he entendido bien – la sustitución del médico de ésta función de grupo, etc., yo no sé si es esto que parece por el momento dotado de más futuro, pero lo que es cierto, es que la línea general de su intervención me ha parecido excelente.
Israël.- Voy a intentar dar no una conclusión, sino las impresiones que se desprenden de la discusión – si se puede llamar discusión esto que se instituye en el seno de un grupo tan importante como el nuestro.
Recordaré simplemente, que hemos querido venir porque se nos ha solicitado, que ciertos procesos de repetición son tan conocidos, que en el fondo esto me rejuvenece algunos años de reescuchar de los temas que han sido ya abordados en Estrasburgo; nosotros hemos escuchado hablar del objeto.
Eso muestra también que, cuando alguien de nosotros tiene una idea, es bueno que la sostenga, que ose sostenerla por mucho tiempo y que logre sostenerla cuales quieran sean las críticas a las que se exponga.
Estoy, de acuerdo en que, en efecto, el deseo del médico, para nosotros, no significaba – y es además lo que yo he dicho cuando he hablado de la intervención de Lemoine – una fórmula general concerniente al conjunto de los médicos. Hubiese sido más prudente ( yo me cago en la prudencia) si se querían evitar ciertas críticas (es el único riesgo que nosotros corremos acá, y no es muy grave) hablar de nuestra observación: de los avatares del deseo en ciertos médicos.
Lacan.- Pero en fin, es evidente que ustedes pueden no estar al tanto de las pequeñas fórmulas que he producido el último miércoles, pero en fin es verdaderamente ahí el caso de servirse de esa ¥ x a la cual le ponía la barra de la negación y del Эx [2] también con la barra de la negación. Esto casi parece hoy imponerse. El < no es de todo médico que se puede decir > o el: < no es de un único médico que se pueda decir >, están ahí las fórmulas muy esenciales a diferenciar, tan esenciales como la diferencia entre hombre y mujer. Y yo me preguntaba ¿cuál de los dos, en vuestra pareja, jugaba el rol masculino y femenino?, ¿el psicoanalista o el médico?; eso podría llevarse bastante lejos, sería divertido. No es sorprendente que ustedes reencuentren una historia de la escena primitiva detrás de ésto, porque se trata evidentemente de oposiciones lógicas de una estructura muy particular.
Lic. Olga Mabel Máter
Buenos Aires, Jueves 6 de Abril de 2006.-
[1] Lacan hace aquí referencia a la discusión, de ese mismo día, introducida por Lucien Israël.
[2] El tipógrafo ha debido escribir una errata al transcribir E x cuando se trata de Э x.
Aclaración: E x : en la parte superior de la E lleva la barra de la negación. Pero en realidad se trata de Э x, mientras la primera lleva la barra de la negación en la parte superior. (Nota del traductor)