JAQUE A LA “REINA”
Lic. Máter Olga Mabel info@olgamater.com
“Lo que heredas de tus padres conquístalo para poseerlo “ Goethe
– A modo de Introducción: La propuesta del presente trabajo es reflexionar acerca de la apuesta erótica sacrificial al padre, desde una contemporánea sub-versión clínica de “Ifigenia”, — tragedia de Eurípides (480 – 406 a. e.) – aspectos clínicos, jurídicos y sociales; mediante los cuales no es posible dicho proceso. Hay conceptos psicoanalíticos ahistóricos, desde su dimensión teórica como clínica, entre ellos: pulsión, transferencia, las estructuras clínicas: neurosis, psicosis y perversión, síntoma; no obstante, sus inscripciones, trayectos, modalidades y producciones, se despliegan de manera singular, padecimientos subjetivos de nuestra época. J. Lacan (1953) dice “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (1). Desde lo clínico y su época señalan particularidades acerca de las subjetividades que consultan, desde sus modos de presentación, frente al saber, a la palabra, a la transferencia, como ante el goce y el deseo, versiones determinadas por el Otro contemporáneo social y cultural, y sus Otros que alojan ó expulsan al sujeto mismo. Implica considerar, como señala M. Zervino (2001) que “los síntomas se inscriben en la época, a partir de los significantes claves y de los mitos que cada época produce y que, simultáneamente, la estructuran” agrega acerca de nuestra práctica “pareciera que nuestra época sólo deja tres lugares posibles en el lugar en que antes reinaba el individuo en tanto ciudadano: el del canalla, el del cínico y el de las víctimas.” (2) Cambios en las envolturas y producción de los síntomas, por ende, lo histórico de los destinos de la pulsión, una posición frente al saber y la palabra difiere de los tiempos victorianos, ante el deseo y el goce del Otro y los discursos; de la “era del yo” a la “era del vacío” que señala Gilles Lipovetsky, o de “la inexistencia del Otro” que señala J. Lacan. Versiones del Otro y del padre, que al sujeto así como lo constituye, en oportunidades, éste cuan resto se ofrece a su sacrificio, para que los vientos del Otro soplen, merced a su capricho y goce.1 Apuesta sacrificial, que señalara S. Freud (1924), “La última figura de esta serie iniciada con los padres, es el destino, oscuro poder que sólo una limitada minoría humana llega a aprehender impersonalmente” (3), al conceptualizar sobre el masoquismo, lo relaciona con el superyó y el destino, siendo éste último de la mano de la tragedia en: Edipo Rey de Sófocles; el texto de Hamlet, de W. Shakespeare; Los hermanos Karamasov de F. Dostoievski, desarrolla acerca de la tragedia y las estructuras clínicas, como lo explicita en La interpretación de los sueños (1900): “Edipo Rey es una tragedia de destino”.2 En la obra de J. Lacan sus desarrollos sobre: Hamlet de W. Shakespeare, los textos de C. Claudel, y Antígona de Sófocles, despliega sus formulaciones sobre la tragedia y el destino, en particular en el campo de las neurosis. En 1964 J. Lacan expresa: “son muy pocos los sujetos que pueden no sucumbir, en una captura monstruosa, ante la ofrenda de un objeto de sacrificio, a los dioses oscuros” (4). Dioses oscuros, Otro del goce, que implica las trampas o fraudes de la ley, fascinación sacrificial estructurante del psiquismo. A partir del significante de la falta del Otro, incompletud e inconsistencia del Otro, un resto inadmisible e irreductible, presentifica el goce del padre, de este modo señala “¿por qué eres tan peor?, del lado del goce, a diferencia de la pregunta sobre el deseo del Otro: ¿Qué me quiere el Otro? Ambas vertientes del sacrificio y constitucionalidad del sujeto y del Otro. Tentación humana al sacrificio, que sólo para una “minoría” o “muy pocos”, puede abstenerse de ella; apuesta sacrificial, operatoria para existir en una cultura, pertenecer a una genealogía y filiación, pero que en sí misma conlleva una monstruosidad, así como constituye al sujeto en su construcción, posteriormente en cuanto éste resto se halla presente, en ocasiones no se aloja en otra posición ó volver a ella. Apuesta subjetiva, del sujeto con sus Otros, movimientos incalculables e irreductibles en el transcurrir de la vida, mueven en el tablero psíquico las fichas, por abandonar o no determinada posición de goce, ceder ó actuar según su deseo. Para finalizar, en la Parte 1: Del Otro lo peor3 para reseñar a partir de Eurípides el sacrificio y apuesta erótica al padre de Ifigenia, a posteriori una breve viñeta clínica como posible sub-versión, en la Parte 2: De reina a esclava4; para luego concluir con reflexiones hasta el momento sobre el trabajo presentado.“La función del sacrificio responde aquí a la habitual inclinación del deseo humano a interrogar la voluntad de goce del Otro por su costado mortífero” C. Millot (1988) La histeria del siglo (5)
Parte 1: Del Otro lo peor
“Quizás la más clara expresión de la tragedia humana es no poder vivir sin dioses” Hegel
De los Otros de cada cual, el sujeto habla, se fascina, sufre, o se alivia; como del Otro de la cultura y de la ley, de acuerdo a las características de cada tiempo histórico, Otros, de la economía, de la justicia, de la salud, financiero, medios de comunicación, del psicoanálisis, entre otros. (6) El sujeto y el Otro en una relación moebiana, incompletos, en cuanto uno, el sujeto no existe sin el Otro, como el Otro para existir es soportado por el sujeto, su existencia misma se afirma en éste, versiones de Otros acorde a las subjetividades y a las sociedades en las cuales participa. De no existir el Otro, el sujeto tampoco es-xiste; así no sólo impele a hacerlo existir al precio desde allí sostener también su consistencia, sacrificios mediantes5 Época y clínica que nos advierte de lo subjetivo y Otros de cada quien, discursos del amo, que propician re-ediciones de Ifigenia, subversiones entre los padecimientos actuales como: patologías del acto y del cuerpo, entre ellas “del legado de los padres” 6 ó en términos freudianos de acuerdo “a la constelación familiar” (7); “violencia, suicidio, homicidio”.
Eurípides contemporáneo de Sófocles (494 – 406 a. e.), quien en sus escritos reseñó acerca de las generaciones de los Labdácidas, quienes portaban una dificultad para “caminar bien”, así Edipo alude a “pie hinchado”, su padre Layo “caminar torcido” y su abuelo Lábdaco “cojo”. Eurípides señalan J. P. Vernant y P. Vidal Naquet (2002) califica el “estado psicológico de los hijos de Edipo, abocados al fratricidio por la maldición de su padre, el verbo daimân: están, en sentido propio, poseídos por un daimön, un mal genio”.(8) Maldición de los Labdácidas y de los Tantálidas, junto a ellos nace la tragedia, en el gobierno de Aquiles (495-429 a.e.) “siglo de oro” en el cual Atenas se convirtió en una ciudad que alcanzó un pujante desarrollo en diferentes órdenes, cultural, filosófico, naval, militar, entre otros.7 Talentos como Esquilo, Sócrates y Platón, facilitaron el nacimiento de la tragedia. Expresan: “la concepción “trágica” aparece mejor representada a sus ojos por Eurípides, cuyos personajes proclaman abiertamente en ocasiones que no son culpables de su falta porque pretenden haber obrado a pesar de sí mismos, por coacción (bía), dominados y violentados por la fuerza de las pasiones” (9), en palabras de J. P. Vernant y P. Vidal Naquet (2002). La tragedia de la antigua Grecia expresa los pensamientos sociales de la época, así en los textos de Ifigenia en Áulide (409 a.e.) e Ifigenia en Táuride, ó Ifigenia entre Tauros8; (suele fecharse en torno al 414 a.e.)se encuentran diversas características de su tiempo entre ellos: – el conflicto, la obra trágica sostiene contradicciones, una lógica que conlleva una interrogación que no comporta una respuesta, dualidades que presenta; – el hombre y la acción humana se perfilan como problemas; – se sirven de términos técnicos del derecho; para sostener sus incertidumbres; – plantea problemas morales que afectan a la responsabilidad de los humanos; – “la justicia divina que a menudo hace pagar a los hijos los crímenes de su padre puede aparecer tan opaca y arbitraria como la violencia del tirano” (10); – el universo divino, de acuerdo a los autores, se presenta como conflictivo; – el héroe trágico se encuentra “preso por la palabra” (11); – el obrar trágico con un carácter doble, “tomar consejo en uno mismo” y por otro “contar con lo desconocido y lo incomprensible” (12); – culpabilidad trágica, junto a la antigua concepción religiosa de la falta, debido a los dioses, a una nueva concepción, el culpable como responsable de sus actos; – “Entre los dioses, que forman una sola familia, el incesto no está prohibido (…)viven sin reglas, sin conocer ni la diferencia, ni la igualdad, en la confusión de la anomia (falta de ley)” (13) Ausencia de leyes, lo incestuoso recorre las obras trágicas, y por ende el parricidio, fraticidio, filicidio y demás muertes. – Utilizan términos jurídicos y se sirven de conceptos de la caza, en cuanto los sacrificios realizados con animales y sustituídos por humanos, permanecen nominados desde éstos primeros, lo cual ha sido desarrollado entre otros por Marcel Mauss, quien daba cuenta de los dones y sacrificios, y el valor de ésta actividad en las sociedades primitivas y su relación con sus dioses. – “En este punto culminante de la tragedia, en el que todo se anuda, surge sobre la escena el tiempo de los dioses y se muestra en el tiempo de los hombres” (14) Ambos planos de la tragedia que otros autores han denominado “teoría de la doble motivación” por los poderes sobrenaturales del héore trágico en sus acciones, pero al mismo tiempo desresponsabilizarlo, una decisión, dicve los autores, sin elección, acerca de la voluntad en los griegos, siendo extraña a su época la noción de un libre poder de decisión, y de responsabilidad. E.R.Doors, especialista en Grecia Antigua, diferencia una cultura de la culpabilidad con la aparición de la tragedia de Sófocles, que sustituye a una cultura de la venganza. Cultura de la culpabilidad en la cual subyacen las dos concepciones mencionadas junto a una causalidad divina y humana, aparece dividido en dos direcciones el agente trágico, responsable de su acto por su carácter de hombre y “un simple juguete entre las manos de los dioses, víctima de un destino que puede ligarse a él como un daimôn” señalan los autores, de este modo acerca de Edipo dicen:”Son los dioses los que reenvían a Edipo (…) su propio discurso deformado o invertido” (15) arrojado fuera de la humanidad, inocente y culpable de sus actos. Cultura de la venganza, ésta: privada, de los dioses, como “tribunales de sangre” del amparo del los dioses a la trampa de éstos, podría considerarse en los textos de Eurípides y el mito de Ifigenia que: – Ifigenia en Áulide, hija de Agamenón, quien por el engaño del padre se casaría con Aquiles, de la estirpe gobernante en esos tiempos griegos, para luego en un segundo momento, de ser hija de un león (Agamenón) a su sacrificio del cual Ärtemis (diosa de la caza) la rescata, y reemplaza por un animal, hija de un león a nombrada como cabretillo y oveja. Su padre de león a un águila negra “ un cazador maldito”, los Ätridas como águilas, Clitemnestra de leona a llamar a su esposo Agamenón perro del establo y denominándose así misma como perra, es de recordar que ésta mata a Agamenón y posteriormente es muerta por su hijo y hermano de Ifigenia Orestes. – Ifigenia cobarde y cruel, intenta cuestionar el sacrificio para luego ofrecerse a él, como expresara la Dra. M. Gerez Ambertín, pueden distinguirse cuatro momentos, por los cuales no es posible el proceso al padre, en primer lugar, una demanda amorosa al padre, luego un proceso y reclamo a éste, el ritual del sacrificio, y su sometimiento mediante rasgos megalomaníacos en cuanto ésta supone defender no solo a su padre de su deuda con la diosa, sino al jército, al pueblo, y a Grecia.• – Se considera a la guerra de Troya como una caza, los autores señalan la repetición en la guerra, el sacrificio de Ifigenia, y la muerte de los hijos de Tiestes9, cuyo vocabulario es el del sacrificio y de la caza. – Ifigenia en Táuride empleada por Ärtemis, cumple la venganza con los extranjeros,en honor a la diosa, se encuentra con su hermano Orestes,luego de matar a su madre, Cliptemnestra, ya muerto su padre en manos de ésta.El reconocimiento de ambos hermanos es considerado por Aristóteles como un recurso impactante y creíble10 debido al recurso de la carta como los diálogos entre los mismos. Para luego escapar con éste y su primo y al mismo tiempo cuñado, Pílades. – De verduga a salvadora, de servil a la diosa a defensora de su hermano y el pueblo griego en general, regresa con éstos y la imagen de Ärtemis. De este modo: – De ser engañada (en Äulide) por su padre – de la boda con Aquiles a una boda de sangre pretendiendo vengar las bodas de Helena – a engañar al rey Toante (entre Tauros) para huir hacia Atenas. – De víctima del sacrificio al cual su padre la arroja ( en Äulide ) a ella como vengadora, en nombre de la diosa Ärtermis, quien la rescata del sacrificio, no muerta ella ejecuta otras muertes, ocupándose la misma del inicio del rito “solo rociaré tu melena con agua lustral”11 siendo los verdugos dentro del templo quienes realizan los siguientes pasos del rito sacrificial. – De ser hija de quien ejercía poder en la ciudad de Atenas a padecer ella misma el fraude éste, del amparo a la trampa de la ley, del padre y sus subrogados dioses.12 – “La bella y la bestia” expresa la Dra. M. Gerez Ambertín ambas del lado del goce, en Äulide como en Táuride, Ifigenia en cuanto víctima o vengadora se halla posicionada en objeto de goce, de un modo o a la inversa, continuán siendo ambas caras de la misma moneda, como lo expresa Ifigenia:”La verdad es que yo no creo que ninguno de los dioses sea malvado”13 posteriormente expresa Orestes: “Gran confusión reina en lo divino y lo humano”14. Maldiciones y destierro, dice el coro:”¡Terrible hierve la cólera de lso dioses contra la estirpe de los tantálidas y a través de mil penalidades la conduce!”15. – Objeto de una traición a traicionar, de ser sacrificada a sacrificar, dualidades que la tragedia de diversos modos sostiene, siendo ambas sin respuesta y sus personajes, objetos del goce del destino, de los dioses, de sus padres, etc. En palabras de Orestes: “No he de ser yo tu asesino – le señala a Ifigenia – y el de mi madre. Su sangre ya fue suficiente.”16;complicidad del coro de cautivas y la intervención del mensajero quien le informa al rey sobre lo ocurrido hasta la intervención de la diosa Atenea quien expresa: ”Doy mi aprobación. En efecto, el destino gobierna sobre ti, e incluso sobre los dioses. Adelante, vientos, impulsad el barco del hijo de Agamenón hasta Atenas. También yo he de viajar en vuestra compañía para hacer llegar enperfecto estado la venerable imagen de mi hermana”17.Se sostiene la tensión de la acción trágica al finalizar la obra, la diosa virgen griega de la guerra, de la victoria y de la sabiduría; según Hesíodo, brotó de la cabeza de su padre, y la tradición poshesiódica añade que brotó toda armada; su animal sagrado el búho, diosa de la paz interior de los pueblos, erigió en las ciudades las cortes de justicia y fue singularmente venerada por filósofos y poetas (16).Presencia de la diosa que ordena el final de la pieza trágica y la resolución de los actos pacificamente de Ifigenia junto a su hermano y primo en las naves para llegar a destino. Del Otro lo peor, su horror, trampas, fraudes, “tan peor” pero Otro, el sujeto lo sostiene como lo explicitara S. Freud en el fantasma de “Pegan a un niño” si me pega me ama, amor que aloja al sujeto, menos soportable es que no se lo aloje, por lo tanto sin amparo el sujeto en falta y ante la falta del Otro, castración e incompletud que comparten, responsabiliza pero no desculpabiliza tanto al sujeto como al Otro, lo absoluto del goce y lo singular del deseo Expresa la Dra. M. Gerez Ambertín: “ La cuestión de los laberintos del amor en Freud y Lacan está vinculada a la añoranza al padre. El amor al padre ideal es una de las apuestas que se juegan en esa añoranza, ya sea para quedar bajo su amparo,o, para lanzar la respuesta del amor hereje, lo cual implica ir más allá del padre soportando la orfandad que, a veces, hace del amor una creación (…) no – toda (…) no es el amor, sino el desvarío del goce que convoca a una añoranza del padre por el más infernal de los tormentos (…) ofrecerá la vida para saldar los delitos imborrables de un padre que la hizo objeto de su goce” (17) Versiones del padre, del Otro, apuestas de los sujetos, como don o aniquilamiento, sosteniéndose en las fallas del Otro, o haciéndose responsable de sus fallas, los hijos se ofrecen para colmar ese vació ó su desvarió; padre impotente o perverso; en palabras de C. Millot (1988 ) “ el goce ocupa el priemr término y lo encarna el padre” y agrega posteriomente “el goce sacrificial se abre al infinito en una cascada sin límites (…) del sacrificio del padre unas veces y otras del sacrificio del hijo (…) la ley nunca exime lo suficiente de la exigencia de ofrecerle sacrificios para reparar su pérdida” (18). Expresa René Girad (1982) “En los mitos aparece la gama completa de los signos victimarios”; al referirse a las características de la mitología mundial y menciona “”abunda en cojos, tuertos, mancos, ciegos y otros lisiados.También veremos muchos apestados” y señala “el del extranjero colectivamente expulsado o asesinado (…) el extranjero pasa a ser típicamente mitológico, tanto para lo mejor como para lo peor”, la locura de Orestes, elementos que se hallan presentes en la obra de Ifigenia, argumenta el autor “la víctima es un chivo expiatorio” – y agrega posteriormente – “ el efecto del chivo expiatorio invierte por completo las relaciones entre los perseguidores y su víctima, y esta inversión es lo que produce lo sagrado, los ancestros fundadores y las divinidades. Convierte a la víctima, realidad pasiva, en la única causa fáctica y omnipotente frente a un grupo que se considera así mismo como enteramente manejado” (19). La obra ha sido hasta la actualidad representada teatralmente, filmada, reimpresa por diferentes editoriales, fascinación que la misma despierta en el espectador18, recuerda lo explicitado por Freud, acerca de la horda, el poeta y su creación, anterioridad de la humanidad, y de la ley que no puede ser indiferente, no solo habita en cada sujeto, otros la actuan; fantasma que promueve un padre consistente a ciegas de su horror. En palabras de N. Braunstein (2001) “guerra y lucha entre los goces (…) la guerra contra el goce está instaurada en el interior del sujeto desde el momento mismo de su reconocimiento especular” y señala “ El ser humano nace culpable. Los pecados de los padres se cargan en su cuenta desde antes. Se pagan por siempre después” (20) Fallas y fraudes de la ley, del no- todo, del Otro castrado a incastrable; diferencias entre el amor hereje y el amor canalla. No es posible para Ifigenia el proceso al padre, su apuesta erótica sacrifical y las diversas muertes y su amor canalla, han extravíado y disipado el eje de la genealogía, de la filiación y de la ley, como se desarrollará oportunamente, la tragedia de Edipo y la viñeta clínica. De La bella y la bestia, de Ifigenia en la Grecia antigua a las subversiones del presente, de reina a esclava, cuando el jaque a la reina, careciendo de una dama, disuelve el juego, esclavizando al sujeto, y sin reglas, sacrificialmente no solo al precio de su vida sino la de vuestros hijos las Ifigenias actuales, concurren a los consultorios, a dar cuenta no solo de sus Agamenón sino de la inexistencia de dioses que las rescaten, y más aún ofreciéndose en ocasiones como la mujer, Otra, sin advertir la monstruosidad que las habita.“la victimización es la versión fraudulenta del privilegio” Pascal Bruckner – La tentación de la inocencia (1996)
Parte 2: De reina a esclava:“La vida de los hijos implica necesariamente la muerte de los padres” Alexandre Kojeve – La idea de la muerte en Hegel
-Presentación de la viñeta clínica: La Sra. C. es derivada por Colegas, que dirigen los tratamientos de sus dos hijos en la institución, considerando que la misma presentaba dificultades. El material corresponde a las tres entrevistas a las cuales asistió, luego de no asistir, posteriormente deja de concurrir sin previo aviso manifiesto, sin embargo, era posible que ello ocurriera, debido a diversos factores contemplados en las reuniones de equipo, como oportunamente su derivación. Concurre la Sra. C, junto a su hijo mayor a las entrevistas, quien en la espera. Se presenta excesivamente “arreglada”, con una vestimenta informal no muy a menudo para una institución, más aún sus modos de caminar y gesticular, al entrar a la misma como en las entrevistas. Comienza diciendo “me lamento de no haber hecho terapia nunca, estoy separada ésta última vez hace ocho meses, me golpeaba, me trataba muy mal, un desastre pero nos peleamos y nos amigamos pero ahora no, es el papá del más chico, pero para los dos él es el papá, entiende?” Da cuenta de sus dos parejas y sus dos hijos. Verborrágica, expresiva, dice “ todo empezó cuando murió mi papá yo tenía 15 años, después de mi fiesta murió, lo que hago, lo hago mal, siempre meto la pata. Hace dos meses conocí a una persona, era casado me terminó dejando y me enamoré”. Se presenta mediante su novela familiar, de sus dos hijos, al primero lo llama en diversas ocasiones “mi hermano” y dice “lo llamo así siempre, es que él me cuida, me dice cada cosa! No seas ordinaria, cómo podés hacer eso?, qué le parece es bárbaro!”, su hijo mayor nace a sus 16 años, “salí dos meses y me quedé embarazada, apenas nace el nene se separa”. Luego regresa a la casa de su madre, de quien en la segunda entrevista relata escenas de ese tiempo, “muy poquito estuve, solo dos años, después conocí al papá de mi nene”. Al finalizar la entrevista dice “con mi papá era caprichosa, me lo compraba a él, no sabés! él hacía lo que yo quería, yo era la reina, él me decía sos mi reina, y que reina!, como te explico”. La Sra. C. habla, camina, se viste, como una “reina” considerando que la misma no dispone de dinero, y que su última pareja es quien le proporciona el alquiler y abona los gastos familiares. A la segunda entrevista concurre presentándose fenoménicamente del mismo modo, pero comienza a señalar avatares familiares como: “hago muchas chiquilinadas, todos me dejan ahora conocí a un chico, como te puedo decir, mirá es mi primo pero como hace 10 años que no lo veía, no es mi primo, no es cierto? Mi primo me encanta y cuando lo veo! (hace gestos con sus manos en la zona de los genitales) tiene 25 años, y me tira el palito, no es mi culpa, mi tío también quiere onda conmigo también me tira el palito, ves soy una concha con patas, y sí me cogen y me dejan, lo de mi tío me lo tomo en joda, es la única familia que tengo, qué querés? Que no les hable más, no es para tanto, yo soy una mujer joven, te parece que puedo pasar desapercibida, y no, intenta, que se le va a hacer, pero mi primo sí, a ese sí que no me lo pierdo, y ahí voy”. Se le señala acerca de sus hijos y las escenas descriptas y dice “ mi hermano, me dice, claro, M.( su hijo mayor ) me dice, que soy una loca, como hacés eso con tu primo, no te dás cuenta lo que sos, sos una puta de mierda, él es así, pero no le doy bola porque es chico para entender éstas cosas, cuando vamos a la casa, de mi primo, mi hermano, M., se va afuera, y cuando nos vamos de la casa de él, me sermonea, cuando viene él a mi casa se hace el dormido, el pillo, claro ahí si quiere escuchar.” Agrega “tenía una compañera que me tocaba el culo y no podía decirle nada, después de un tiempo no me lo hizo más, son cosas que pasan, claro son las que me pasan a mí” y dice posteriormente “mis amigas son putas yo me crié en la calle, cuando fui con mi hermano chiquito, Uy! M. mi mamá no me dejaba ir al baño tenía que hacer en la vereda mis necesidades, los vecinos la denunciaron y estaba más en la calle con el M., el papá de ellos también me dice puta, mi hermano cuando era chiquita me decía chupame la pija y que querés siempre me pasó esto con los hombres!. A la última entrevista se presenta anticipadamente al horario, dos horas, en las mismas entabla conversaciones en la sala con un joven en particular que acude a la Institución, al observar la presencia de los profesionales, le dice a quien conversaba con ella que se fuera, luego de darle un papel en su mano,20al paso de quienes asisten a la misma y a sus dos hijos. Al comenzar la entrevista señala la intervención profesional acerca de los tratamientos de sus hijos, han convocado al padre a una entrevista. “¿Para qué? no alcanzo yo acá, si él me controla, si no vengo no me da la plata, ya me lo dijo pero después él solo quiere cogerme, entendés? yo ando buscando casa, es demasiado lejos de mi mamá y de mi ex marido, quiero estar más cerca, claro, lo paga él, pero no es fácil, sabés que me pasó!. Agrega a continuación “Te digo lo veo al casado él me mira y se ríe y lo insulto le digo puto, mierda, de todo, imaginate! Mi hermano, M. me dice sos una negra, no te da vergüenza! Quilombera de todo eso me dice! Éste pibe, no entiende que no puedo, mi papá sí me entendía por eso mi vieja me tiene celos a mí, me quería más que a ella, yo dormía la siesta con él, y de noche se venía a mi cama, a mí no me molestaba para nada, yo quiero hacer eso con mis hijos y me dicen salí de acá, piba! Me da vergüenza pero lo hago, es así, mis hijos ven autos rojos por todos lados, como yo ando con el auto rojo (se ríe)”. Relata acerca del auto del joven casado, y dice “ hoy se levantó M. y me dijo mamá soñé con X. Estaba el auto rojo! Hasta mis hijos sueñan con el auto! Yo duermo de día, no de noche, de noche miro por la ventana, por el flaco vistes? Trabaja en la esquina me paso mirando el auto” Se le señala acerca de la vergüenza y dice “ lo hago, me sale, ahora estoy con los ovarios inflamados, yo me embarazo y llego a los tres meses los pierdo, ya perdí dos embarazos”. Luego relata “ a los 26 años me violaron un pibe de 18 años, Z. Estaba ( su segunda pareja) pero él salía con mujeres, hacía cualquiera y yo me fui de mi mamá con los dos chicos, de nuevo, salió todo mal, cómo va a ser, mi papá me lo decía quien si no yo te puede entender, mi reina, y tiene razón, mi vieja es una bruja de mierda, ella no quería que esté en la casa” Posteriomente dice “ me fui a vivir con una señora que planchaba ropa, me dejó vivir en el fondo de su casa, hasta que vino un chico que estaba preso y vivía ahí, se quedó conmigo 20 días, se drogaban a mí no me molestaba, un día vinieron drogados y me llevaron entre cinco y me violó ese pibe solo, no se puede creer no? Así fue, él solito, los demás me tenían, claro, no grité por las dudas, pensé quizás violan a mis hijos si grito” No hace la denuncia, continúa frecuentándose con el joven y describe la escena con el padre de su segundo hijo a quien luego se lo denuncia, y éste “ lo colgó al palo, que se joda, encima me preguntaba como cojía el pibe y el tamaño y todo eso, me alquiló después una casa más grande, él es así, como yo, hace todo mal, entra a mi casa, ni saluda a los chicos y dice hoy te cojo! Así los chicos ya están acostumbrados, son grandes ellos entienden las cosas, yo hago mal las cosas, ya no soy la reina”. La Sra. C. deja de concurrir como sus hijos a los tratamientos en la institución. “Me lamento de no haber hecho terapia nunca” señala C. al comenzar las breves entrevistas, en ésta oportunidad tampoco la ha realizado. Verborrágica, actuadora, quien era “reina” para su padre, hoy por su posición de objeto de goce “esclava”, objeto de un Otro incastrable e incuestionable: su padre. Tras actings en la vida cotidiana, escenas públicas y privadas, los espectadores: sus hijos.Para que éstos puedan existir ella debería donar, lo cual implicxaría el duelo por ésta “reina” a la cual sostiene, desde la monstruosidad, se sacrifica para seguir siendo una hija “reina”, no se deja morir de esa posición subjetiva y de goce, siendo sus hijos, en particular el mayor quien se hace carga de las faltas de C. mediante sus intervenciones y síntomas. C. no se pregunta que quiere el Otro, sino por qué es tan peor y gozando que el Otro la goce, la viole, ofreciéndose cual “concha con patas” para ser gozada, creyéndose gozar, al precio de inflamar la vista de sus hijos, de sus ovarios, de quien aún no abandonó la posición de hija, para con este padre, tener hijos, no: ser madre, la aloja en relación con sus ascendientes pero no con sus descendientes. Ruptura en la genealogía y filiación, el hijo mayor, es “hermano” al año de la muerte de su padre, luego de la fiesta de la “reina”, sin reinado, defecando en la vereda de su casa primera, de su padre y madre.¿A quién ofreció éste hijo? ¿A qué dios?. Erótica al padre, abusos y fraudes de éste, que no revela, pero se deslizan, erotismo anal y su gramática pulsional se escurre en el discurso, trampas de la ley, por las cuales un tío, un primo, un hijo, pueden no serlo, por la distancia ó por soledad. Rivalidad desnuda con su madre, por tener la coronita de papá; reeditada con su hijo mayor, quien “con vergüenza” intenta acotar cierto goce, al cual no puede dejar de “adaptarse” mediante sus síntomas; mientras su hijo menor calla y actúa. Del padre, a parejas con las cuales renovar el pacto de goce, en palabras de Freud: “En el amor de la mujer, el primer puesto lo ocupa siempre alguien que no es el marido; en los casos típicos el padre, y el marido, el segundo” (21). Un padre muerto en lo real, ideal y amo, para quien aunque una “reina” en palabras de C. de “meter la pata”, no renuncie a su reinado, estrella ó estrellada, no advertida de su esclavitud a un amo, aquello que supone maniobrar la gobierna. Expresan J. P. Vernant y P. Vidal – Naquet (2002) acerca de Edipo y la ruptura con su anterioridad: “Pero la observación de Aristóteles va aún más lejos. Nos permite comprender el papel que desempeñan el parricidio y el incesto en la inversión que hace coincidir en la persona de Edipo, al ser a la vez igual a un dios e igual a nada. Estos dos crímenes constituyen, en efecto, un ataque a las reglas fundamentales del juego de damas, en el que cada pieza se sitúa, por relación a las demás, en un lugar definido sobre el casillero de la ciudad. Al volverse culpable, Edipo ha revuelto el tablero, ha mezclado las posiciones y las piezas: a partir de ese momento está fuera de juego (…) mezclando así las tres generaciones de la estirpe” (22) Juego de damas, para el cual no dispone de reglas que la alojen en la femineidad, un trozo de carne “concha con patas”, “cojida”, pero no deseada, su deseo se disipa allí donde su goce y el del Otro la convoca y acude. Para con un padre cuya versión perversa niega afirmando su consistencia, parejas, vecinos, pacientes de la institución, un llamado loco y fallido al Otro, para perpetuarse en tanto Otra del goce. “Reina” que creyéndose gobernar es obediente y se somete, a lo peor del padre sus honores y sacrificios, un “goce letal” y un “goce ligado al horror” en palabras de C. Millot (1988) y señala “Muerto, pues la muerte libera de la falta y porque, en la muerte, “tal que en él mismo por fin la eternidad lo cambia”, se reduce a su propio significante, a su nombre y se reúne por fin consigo mismo” posteriormente afirma “ “Sostener al padre y gozar de la madre poseen, así el mismo valor fantasmático a las paradojas del superyó”. “Ël ocupa el lugar de ese superyó que como instancia intrapsíquica, le falta. La mujer tendría su superyó, por decirlo así, en el exterior”, expresa en la misma obra acerca del Otro real como sustituto del padre (23), M. hijo de C. soportando las faltas de su madre, hace de ésta instancia, si bien C. se jacta de minimizar sus intervenciones, no deja de tener efectos en ella. Un padre seductor y perverso, quien “ tendría, con el saber, la clave del goce” y cree ésta haberlo heredado, en cuanto “reina”, una versión de goce, una mujer otra, negando su división, sin pregunta alguna, sino confirmando respuestas al goce del Otro, no obstante, acude a las entrevistas, para luego desvariar, actuar sin espera, y extraviarse junto a sus hijos de los tratamientos, cuando se convoca a la palabra de quien, no solo le puede interesar su goce sino también los niños. Hijos sacrificados, ofrecidos al oráculo paterno, ¿qué diosa irá al encuentro para el rescate, antes que las diosas erinias de la venganza19, los vuelvan locos o los acosen hasta la muerte? Muerte del deseo, para la respuesta, ante el significante de la falta ¿ qué (me) quiere el Otro? Sueños con autos rojos maternos, para no perderse, para tener un lugar en su deseo de lo contrario en su goce, objetos en su fantasma, “sobre el acantilado están sentados los Dióscuros”20. De reina a esclava, como La bella y la bestia, mencionadas acerca de Ifigenia, ambas caras de goce, una reina esclavizada servil al Otro, creyéndose no – toda, incastrable por un lado su padre como ésta misma, se ofrece a los hombres cual resto de carne para su goce, embarazándose en el pacto de sangre, abortos mediante, allí donde la reina está en jaque, sin en el recurso de circular como una dama, ser una en un conjunto de mujeres, padece del reinado su propia esclavitud, servidumbre que la aleja del intercambio, del don y de la alianza simbólica.Reina y no dama a diferencia del juego de ajedrez, en el cual la pieza reina es considerada dama, esposa del rey, sobresale del juego luego de éste, mientras la reina sortea las jugadas del adversario, el rey y la partida se encuentran a salvo.La reina se moviliza por el tablero, como lo expresado acerca del juego de las damas, con mayores ventajas que el resto de las piezas, vela por el rey, puesto que su pérdida implica un partido en tablas ó la pérdida del mismo. Juego de ajedrez, deporte de habilidad y cálculo, reglado, contempla en el avance de las piezas los peones pueden ser transformados entre otras piezas en damas, puede de este modo llegar el participante a tener dos ó más reinas ó damas, de acuerdo a los momentos de la partida; así el rey y una torre además, puede moverse y enrocar, para resguardar al primero. Así de reina a peón, o de un peón transformado en reina, partida mediante, en el juego de ajedrez, a una reina en esclava, para sostener por fuera de las reglas, lo absoluto del goce por lo singular del deseo.
“ Fuera de la sociedad, el hombre es una bestia o un dios” Aristóteles
– Para concluir
“El psicoanálisis tiene un origen incestuoso” P. Guyomard (1992)
J. Lacan el 20 de noviembre de 1963 expresó “si Freud pone el mito del padre en el centro de su doctrina, es en razón de la inevitabilidad de esta pregunta. Está claro que, si toda la teoría y la praxis del psicoanálisis se nos aparece hoy en día como inmovilizadas, es por no haber osado en relación a esta pregunta, ir más lejos que Freud” (24). El psicoanálisis desde sus inicios cuestionado por la función paterna, del Otro mítico del goce de la horda, a la forclusión del significante de uno de los nombres del padre, ir más allá, heredar y conquistar “para poseerlo” desde su inconsistencia, a la del sujeto, de la falta estructural en las teorías y en la clínica misma, continuar construyendo. Del texto de Eurípides a las subversiones contemporáneas, puede considerarse entre otras reflexiones que Ifigenia no se rebela al fraude del padre, C. no cuestiona al mismo, creyentes ambas de un padre ideal, mientras la primera señala vestigios de vergüenza, la segunda permanece obediente no lo interpela; las dos salvan al padre, aún al precio de sus vidas, y tan peor, sus hijos – como lo expresa C. – en riesgo por sus desvarios sacrificiales. De víctimas a verdugos, mientras Ifigenia en el mito posee un marco simbólico del ritual, C. carece de éste, pactos de sangre se vierten en él, y sus hijos danzan desarmoniosamente, fuera del ritual el dios oscuro junto a las diosas de la venganza esperan en los acantilados. Inocencia cómplice de ambas, C. de modo infantil sostiene su victimización e inocencia, se desresponsabiliza de sus actos, para posteriormente actuarlos ante la mirada de otros, quienes en la institución transmiten determinadas reglas21, a las cuales se propone pervertir, desafiando a la ley se desliza a la trampa, fallida coartada que oculta lo incestuoso de ser una reina. Reina que no ha podido, desalojar esa posición de objeto para con su padre, novela familiar no tramitada, duelo impedido que no facilita un amor hereje sino el canalla, orfandad y femineidad para circular e intercambiar con hombres, que no accede preservándose en el amparo de un padre pío, añoranzas del padre ideal y celadas frente al goce materno. Paradojas de la ley, del padre y del superyó, presentifican el goce del padre, en las manifestaciones de los sujetos y de los pueblos, cuánto más fraude, más se hace consistir a lo real y su eficacia, en oposición al duelo por la inconsistencia del Otro. En la antigua Grecia, las tragedias señalaban el pensamiento social y los discursos que la conformaban, en la actualidad las subversiones clínicas de Ifigenia, denotan las falencias de la función paterna, en cuanto a la ley, su relación al deseo y el goce, y sus diversas versiones. Consistencia del amo, que los sujetos y pueblos soportan, capitalismo tardío que en los tiempos que nos atraviesan, expulsa lo subjetivo, promueve la uniformidad del goce, facilitando objetos señuelos que prometen fallidas ilusiones, inmortalidad en cuanto promesa cuando la muerte no se duela ni hay espacio para el dolor. Lo estructural del proceso segregativo, en palabras del Dr. E. Perez (2001) “lo cercenado en el comienzo retorna desde lo real “y agrega “la violencia segregativa es aquel que va formando un discurso amo “puro”, no dialectizable donde se forcluye toda posibilidad de saber, y que inevitablemente lleva al sacrificio” finaliza “la violencia puede ser aceptada como pacto de horror” (25). Tiempos de guerras, una cultura que cada vez humaniza menos, y humanos menos culturales, convocan a una clínica que advierte como lo expresa P. Guyomard (1992):“lo trágico se inclina tanto del lado del deseo – se funda entonces sobre una pérdida para separarse- como del lado del goce – se funda sobre una pérdida para ir al encuentro de la muerte – Hay una tragedia del deseo pero también un goce de lo trágico”. El goce de lo trágico
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Lic. Olga Mabel Máter
Referencias Bibliográficas: 1) J. Lacan (1953) Función y campo de la palabray del lenguaje en psicoanálisis, en Escritos 1, Siglo XXI Editores,1era. Edición en español 1975 – Décimo tercera Edición.1985 2) M. Zervino (2001) Entre el sentido y el estrago. Pág 39 y 40, en Clínica y Contemporaneidad. Compilador: Osvaldo Delgado. JVE Ediciones Manuales de la práctica. 1era. Edición, octubre 2002. 3) S. Freud (1924) El problema económico del masoquismo. Obras completas. Tomo14. Es de recordar que en alemán, el texto frediano Pulsión y destinos de pulsión, Triebe und triebchiksale, denota un neologismo frediano, triebchicksale, que implica: Pulsión y pulsióndestino; no existe pulsión sin destino, cara real de la pulsión. 4) J. Lacan (1964) Seminario 11, Editorial Paidós. 5) C. Millot (1988) Nobodaddy La histeria en el siglo. Ediciones Nueva Visión, 1988. 6) N. Brausntein (1999) Los dos campos de la subjetividad: Derecho y Psicoanálisis, enCulpa, responsabilidad y castigo en el discurso jurídico y psicoanalítico, pás.18 y 19. 7) S. Freud, en diversos textos y cartas a Fliess señala “constelación familiar” entre ellos, el artículo sobre Leonardo da Vinci. 8) J. P. Vernant y P. Vidal Naquet (2002) Mito y tragedia en la grecia antigua Volumen I, Editorial Paidós, Capítulo 2 , pág. 31. 9) Obra citada, págs. 50 y 51. 10) Obra citada, pág. 34. 11) Obra citada, pág. 38. 12) Obra citada, pág. 40. 13) Obra citada, pág. 131 y 132. 14) Obra citada, pág. 43. 15) Obra citada, págs. 75 y 108. 16) Diccionarios Rioduero ( 1981), Mitología griega y romana, Ediciones Roduero. 17) Dra. M. Gerez Ambertín, (2003) Cuando el amor no alcanza, Actualidad Psicológica, mayo 2003, Año XXVIII N° 308, pág. 7 y 9. 18) C. Millot (1988) Nobodaddy. La histeria en el siglo, Ediciones Nueva Visión págs. 59 y 67. 19) R. Girad (1982) El chivo expiatorio – Editorial Anagrama, Edición 1986. págs. 46, 47 y 57. 20) N. Braunstein ( 2001 ) Por el camino de Freud – Editorial Siglo XXI, págs. 35,41 y 42. 21) S. Freud (1910/12) El tabú de la virginidad, en Aportaciones a la psicología de la vida erótica. Obras completas, Tomo 13. 22) J. P. Vernant y P. Vidal Naquet (2002) Obra citada, pág. 130. 23) C. Millot (1988) Obra citada, págs. 32 y 35. 24) J. Lacan – Seminario Los nombres del Padre, clase 20 / 11 / 63. Inédito. 25) Dr. E. Perez (2001) Segregación, fenómeno del capitalismo tardío en Clínica y contemporaneidad, págs. 52 y 56. Ediciones JVE Manuales de la práctica, 2002.