Olga Mater

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UN HOMBRE Y UNA MUJER

 

JACQUES LACAN – 9 de junio de 1972

Traducción: Lic. Olga Mabel Máter  – email: info@olgamater.com

Traducción y colaboración: Lic. Alejandra Freschi – email: alejandra_freschi@hotmail.com

Publicado en el Boletín de la Asociación Freudiana N° 54 de septiembre de 1993, p. 13 – 21, con la introducción siguiente firmada por Charles Merman: < Reencontré en mis papeles este texto de Lacan, sin fecha. Creo que me fue enviado para ser publicado en Scilicet, después (¿cuál fue la razón?) retirada por el autor del fajo. Imagino así que se trata de un inédito, al menos para la mayor parte. ¿Quién me corregirá o desmentirá? >.

De hecho se trata de notas introductorias a las reuniones del Seminario: < De un discurso que no sería del semblante > del 9 de junio de 1971, tales como fueron integralmente publicadas con los facsímiles completos, para el suplemento gratuito reservado a los abonados de la Unebévue N° 8 / 9  Primavera – Verano de 1997.

Un hombre y una mujer pueden entenderse, no digo < no >. Ellos pueden, como tales, escucharse gritar.

A lo que se llega en el caso en que ellos no puedan entenderse de otro modo (escucharse de otro modo).

Es decir sobre un asunto que es la prueba de su entendimiento.

Esos asuntos no faltan…

(la mejor ocasión es el entendimiento en la cama).

Esos asuntos no faltan, sin duda, pero es en esto que ellos impiden algo: entenderse, como hombre, como mujer, lo que querría decir: sexualmente.

¿El hombre y la mujer, no se entenderían, sino callándose?. No se trata para nada de eso.

Porque el hombre y la mujer no tienen ninguna necesidad de hablar para estar comprometidos en un discurso. Como tales, están en el discurso.

La sonrisa bastaría aquí para adelantar que solamente son eso. ¿Quién no lo acuerda?. Pero que ellos sean eso también, petrifica la sonrisa.

Es así petrificado por éste comentario[1] que tiene su sentido sobre las estatuas arcaicas. La infatuación de reirse burlonamente.

Es, por tanto, en un discurso que hombre y mujer, naturales, si se puede decir, tienen que hacerse valer como tales.

Sólo es discurso de semblante. Si eso no se reconociera por sí mismo, yo lo he denunciado, recuerdo la articulación. (teoría de los cuatro discursos)

El semblante sólo se enuncia a partir de la verdad. Sin duda no se evoca jamás sin descaro la verdad en la ciencia. No es una razón para inquietarnos.  Para que ella se haga escuchar, es suficiente que diga: < Yo hablo > y se le cree porque es verdad: que habla, habla.

Sólo es la apuesta  (apuesta de Pascal)[2]  de lo que ella dice.

Como verdad, sólo puede decir el semblante sobre el goce. Y es sobre el goce sexual que ella gana en todas las jugadas.

Harían bien en seguirme en mi disciplina del nombre. Lo propio del nombre, es ser nombre propio. Mismo para una caída entre otras en el uso de un nombre común, no es tiempo perdido reencontrarle un empleo propio. Pero cuando un nombre ha quedado demasiado propio, no vacilen, llamen la cosa por su nombre: la cosa – freudiana como yo lo hice.

Ella se levanta y hace su número (naturalmente yo me entiendo, acá es necesario haberme leído)[3] . No soy yo quien se lo dicta: si yo no estuviera como hombre allí expuesto a sotavento de la castración, sería una total tranquilidad, de esta última inmovilidad al semblante al cual tantas vidas se esclavizan.

Ella, la verdad, mi imbesable partenaire, está ciertamente en el mismo viento, – es más ella lo lleva: está en el viento, es eso, – pero ese viento no le da, ni calor, ni frío, por la razón de que el goce, es muy poco para ella, porque la verdad, es que ella lo deja al semblante.

Ese semblante tiene un nombre, retomado del tiempo, misterioso de lo que ahí gozan  los misterios, donde el nombraba el saber supuesto a la fecundidad y como tal ofrece a la adoración bajo la figura de un semblante de órgano.

El semblante, denunciado por la verdad pura, es, hay que reconocerlo: bastante falo, – bastante interesado en lo que para nosotros comienza por la virtud del coito, es decir la selección de los genotipos con la reproducción del fenotipo que resulta, para merecer ese nombre, – aunque esté claro que la herencia que cubre ahora se reduce a la acefalía de ésta selección, sea la imposibilidad de subordinar el goce llamado sexual a lo que sub rosa ( encubierto, furtivo) especificaría la elección del hombre y de la mujer tomados como portadores cada uno de un lote preciso de genotipos, ya que en el mejor de los casos es el fenotipo quien guía esa elección.

En realidad  – es el caso decirlo – un nombre propio (porque es todavía uno) sólo es totalmente estable sobre el mapa donde designa un desierto. Es notable que mismo los desiertos producidos en nombre de una religión, lo que no es raro, jamás sean designados por el nombre  quien fue para ellos desvastador. Un desierto solo se rebautiza al ser fecundado.

El progreso de la ciencia no parece resolver el tema del goce sexual.

Es, por el contrario una barrera para el advenimiento de la relación sexual en el discurso, que su lugar es vaciado hasta devenir evidente. Tal es, el sentido que la palabra tiene en el paso lógico de Frege, la Bedeutung[4] del Falo.

Es por esto, yo tengo mis maldades, es en Alemania porque en alemán, he llevado el mensaje a que responde en mis Escritos, ese título, y en el nombre el centenario del nacimiento de Freud.

Fue bonito elegir ese país para que resuene ese mensaje.

Decir que yo lo esperaba no sería para mí decir nada. Mi fuerza es saber lo que esperar significa.

(Yo no hablo aquí de los 25 años de cretinización racial. Eso sería consagrar que ellos triunfan por todas partes).

Más bien, insistiré sobre que die Bedeutung des Phallus  es  “en realidad “un pleonasmo. No hay en el lenguaje otro Bedeutung que el falo.

El lenguaje, en su función de existente solo connota en un último análisis la imposibilidad de simbolizar la relación sexual en los seres que lo habitan (que habitan el lenguaje) en razón de que es en ese habitat que ellos tienen la palabra. Y que no se olvide lo que he dicho, de que la palabra en consecuencia  no es su privilegio, que ellos la evocan en todo lo que dominan por efecto del discurso.

El silencio pretendido eterno de los espacios infinitos no habrá durado más que un instante, como muchos otros. Se habla mucho de esto en la nueva astronomía.

El lenguaje está constituido únicamente de una sola Bedeutung que traza su estructura, la cual consiste en lo que no se pueda, de lo que la habita, usando una metáfora  de dónde resultan todos las insensateces míticas en las cuales viven sus habitantes, – para la metonimia de donde toman lo poco de realidad que les queda bajo la forma del plus de gozar.

Ahora bien, esto solo se firma en la historia y a partir de la aparición de la escritura. La cual jamás es simple “inscripción”, hecha en las apariencias de lo que se promueve a través de lo audio visual. La escritura solo es, desde sus orígenes hasta sus últimos    avances técnicos, algo que se articula como hueso en el cual el lenguaje sería la carne. Es en esto, que ella demuestra que el goce, el goce sexual, no tiene huesos, eso se dudaba por las costumbres del órgano que da en el macho parlante la figura cómica.

Pero la escritura, ella, no el lenguaje, la escritura da hueso a todos los goces que, de parte del discurso, se revelan, a abrirse, al ser parlante. Dándoles  hueso, ella destaca lo que ahí era ciertamente accesible, pero enmascarado: es decir, que la relación sexual falta al campo de la verdad, en lo que el discurso que la instaura, sólo procede del semblante: sólo abrir la vía que los goces parodian aquel que ahí es efectivo, – pero que le resulta extranjero.

Tal es el Otro del goce, para siempre prohíbido, a quien  el lenguaje sólo permite habitarlo para proveerle – porque no esta imagen – escafandras.

Es sin duda lo que desde hace mucho tiempo hacía soñar al hombre con la luna. Ahora ha puesto el pie. Estaba muy cerca sin duda con este, todavía fijado en un ropero japonés, que sabía del jardín de un cierto Pavillon d’ Argent, contemplarla bastante falicamente, queremos creerlo, aunque esto nos deje (yo hablo de aquellos que la idea los toca) en el problema. Sin reconocer en S (A)  de mi grafo, la huella del pie sobre la luna, no un medio para desembarazarse del problema.

Esa broma me advirtió que yo rozo el estructuralismo. Yo me descargaría de la situación que sufrí, tomando esta del rechazo de la perfomance. Enfermedad bajo la horquilla (hay en el texto una s – en ‘fourches) de la cual debo salir, porque ese rechazo constituye el culto de la competencia, es decir de cierta idealidad a la cual soy reducido, con la ciencia de esta época, a autorizarme ante ustedes.

(El resultado es que mis Escritos después que uno de ellos haya sido traducido en inglés bajo el título escandaloso de: “The language of the self “, han salido,se me lo anuncia ante el hecho consumado, en español, bajo el título no menos inadmisible de “ Aspecto estructuralista de Freud “o algo parecido ).

La competencia descuida que es en la incompetencia que ella se asienta  en ofrecerse bajo la forma de idealidad en su culto. Por ahí ella va necesariamente a las concesiones que yo ilustro en mi fórmula de entrada. < El hombre y la mujer pueden entenderse, no digo no. > Era para dorarles la píldora. Pero la píldora, se sabe no soluciona nada.

La noción estereotipada del término de estructuralismo tienta a prolongar la delegación   hecha a los peligrosos especialistas: los especialistas de la verdad,  de un cierto vacío percibido en el enrarecimiento del goce.

Este fue el desafío que elevó sin disfraz al existencialismo, después que la fenomenología, haya tirado el guante en sus ejercicios respiratorios. Los lugares dejados desiertos por la filosofía, a decir verdad,  no estaban apropiados. (M.N. los lugares) Buenos esos lugares,  para contribuir con el discurso del amo que  asegura definitivamente el apoyo de la ciencia.

Marx o no, y que el lo haya balanceado sobre los pies o sobre la cabeza, es cierto que la filosofía no era bastante fálica.

Que no se cuente conmigo para estructuralizar el asunto de la vida imposible, como si  no estuviera, de ahí que ella tendría la chance de hacer la prueba de su real.

Mi personificación del “Yo hablo “, para estar al tanto, retórica, de una verdad en persona, no me  hace caer en el lugar de donde yo  la extraigo. (N M: quiero decir en el pozo).

Sólo es dicho lo que hablar quiere decir: la división sin remedio del goce y del semblante. La verdad, es gozar de hacer semblante y de no declarar en ningún caso que la realidad de cada una de esas dos mitades, solo predomina afirmándose de ser de lo otro, es decir, en mentir alternadamente. Tal es el medio de la verdad.

Su astronomía es ecuatorial, ya perimida cuando nació en la pareja noche –  día.

Una astronomía, sólo se registra al volverse más agradable.

De lo que se trata, no es su competencia de lingüista, y claro está, que a Freud  ha marcado los caminos. Lo que yo recuerdo, en cambio, es que esos caminos, únicamente pudo seguirlos para probar las performances del lenguaje que sola la lingüística sitúa en  una estructura, en tanto que ella se ata a una competencia notable de nunca sustraerse a su investigación.

Mi fórmula que el inconsciente esta estructurado como un lenguaje, indica que a  mínima[5] la condición del inconsciente, es el lenguaje.

Esto no quita nada al enigma que consiste en que el inconsciente sepa más, de lo que parece, porque es de esta sorpresa que se había partido para nombrarlo como se lo ha hecho. Pero ella cambiaba  bruscamente frente a los instintos.

La verdad, el asunto, estaba asegurado,  únicamente se trataba  de poner la etiqueta  de la verdad precisamente, la cual cambia bastante en nuestro tiempo.

He puesto palos en la rueda de su clandestinidad, al recalcar que el saber  en cuestión sólo se analizaba al formularse como un lenguaje, o sea: en una lengua particular.

Nadie me ha insistido sobre lo que sabe el lenguaje: Die Bedeutung des Phallus, por supuesto yo lo había dicho. Pero nadie se ha dado cuenta porque era la verdad.

¿Quien se interesa por la verdad?. Las personas. La gente a la cual yo he dibujado la estructura de la imagen burda, de la botella de Klein[6], (NM: dibujo), que uno encuentra en las topologías de las familias.

Ni un punto de su superficie que no sea parte topológica del cambio de dirección del círculo para dar a esta botella el culo del cual los otros se enorgullecen indebidamente  (NM: botellas).

Así no es ahí donde uno lo cree, pero en su estructura de sujeto que la histérica conjuga la verdad de su goce, al saber implacable que su Otro propio al causarla, es  el falo, o sea un semblante.

Quien no comprendería la decepción de Freud en aprovechar que la no curación a la cual llegaba con la histérica , solo iba a hacerle reclamar, este semblante de repente provisto de virtudes reales, de haberlo atraído a ese punto de luego levantar a contrapelo que, por  no ser inlocalizable sobre el cuerpo, es una figuración topológicamente  incorrecta, del goce en una mujer: pero Freud lo sabía?.

Es en la solución imposible de su problema, medir la causa más justa, es decir, hacer una causa justa, que la histérica acuerda con los detentores de su semblante, al menos uno, que yo escribo el l’hommoinzin°, conforme  al hueso que necesita para su goce para que éste pueda roerlo. Sus cercanías de el l’ hommoinzin, sólo pudiendo hacerse declarando,  dicho punto de mira, que lo toma a merced de  sus inclinaciones, la castración deliberada que ella le reserva, sus chances son limitadas, pero su éxito no pasa por alguno de los hombres que el semblante incomoda  más bien, o que lo prefieren más franco.

(NM: los sabios, los masoquistas)

Juzgar así el resultado es desconocer lo que puede esperarse de la histérica por poco que ella quiera inscribirse en un discurso. Ella está destinada, en someter al amo,  que gracias a ella se arrojará nuevamente en el saber.

Solo  importa señalar que el peligro es el mismo, nos aventaja poder advertirlo.

Amar la verdad, mismo que la histérica encarna (si se  puede decir), es decir lo que no tiene, bajo pretexto que ella lo designe, es muy precisamente consagrarse a un teatro en el cual esta claro[7] que no puede ser más que una fiesta de caridad.

Este “el esta claro” es un efecto de Aufklärung[8], a penas creible: la entrada en escena, tan renga como ella se haya hecho del discurso del analista, basta que la histérica renuncia a la clínica exuberante  la cual ella adornaba la relación sexual.

Es posiblemente tomando como el signo, hecho a alguien, que ella va hacer mejor.

Lo único importante aquí es lo que pasa desapercibido: a saber que yo hablo de la histérica como de algo que soporta la cuantificación.

¿Algo se inscribiría, a mi entender, de un  «x[9]  siempre apto en su incógnita, a funcionar la x como variable?.

Está bien, en efecto, lo que yo escribo y con lo cual sería fácil releer Aristóteles, descubrir que relaciona a la mujer precisamente identificada con la histérica, le ha permitido instaurar su lógica en forma de pan¨ (hostigación).

Que «x  impone el pasaje a un “toda mujer”[10] que un ser tan sensible como Aristóteles, jamás ha cometido, es justamente lo que me permite adelantar que el “toda mujer” es la enunciación por la cual se decide la histérica como sujeto, y que es por eso que una mujer es solidaria de un papludun§ que correctamente la aloja en esta lógica del sucesor, del cual Peanoª nos ha dado el modelo.

Pero la histérica no es una mujer. Se trata de saber si el psicoanálisis tal como yo lo definí da paso a una mujer. O si una mujer adviene, es asunto de doxµ, es, como la virtud lo era al decir del Ménon[11] (pero no, pero no)[12] lo que no se enseña.

Aquí eso se traduce: lo que no puede de ella (: de una mujer) ser sabido en el inconsciente, es decir  de manera articulada.  La cuestión se eleva un grado desde que yo demostré que hay lenguaje (lenguajeramente) articulado que no es por eso articulable en palabra, – y que es ahí simplemente donde se coloca el deseo.

Es fácil, sin embargo, de cortar. Es justamente de lo que se trata, del deseo en tanto que ponga el acento sobre la invariancia de la incógnita, que evidentemente el análisis no sabría inscribirlo en ninguna función de variable, la cual propiamente es lo que permite a innombrables mujeres funcionar como tales, es decir haciendo función de  papludun de su ser para todas sus variaciones situacionales.

Esta es la importancia de mi fórmula del deseo llamado insatisfecho. (N.M: La histérica es camino funcional: / introducción al papludun).

De esto se deduce que la histérica se sitúa en el papludun, por el cual se instituye cada una “de las” mujeres, por la vía del <  no es de toda mujer que se puede decir que  sea función del falo >. Que sea de toda mujer, es lo que hace su deseo, y es por que su deseo se sostiene insatisfecho, es que una mujer resulta, pero no sabría ser la histérica en persona. Es en lo que ella encarna mi verdad, ésta que después de haberla hecho hablar, he regresado a su función estructuralista. (La Verneinung[13] hace justicia).

El discurso analítico se instaura de esta restitución. Ha sido suficiente disipar el teatro en la histeria. Responde seguramente al retroceso teatral, por el cual se autoriza un Brecht. Es decir que cambia de aspecto de las cosas para nuestra época, y ¿por qué no?. Sólo esta canallada que, de medirse en el acto psicoanalítico, se reduce a la estupidez, persiste, y yo me acuerdo del eco de mierda, que desató la entrada en juego de lo que yo digo, en un artículo sobre el teatro en la histérica. El psicoanálisis de hoy sólo tiene a la histérica en el libro: cuando la histérica demuestra que la página se da vuelta, continúa  escribiendo al dorso y también en la siguiente. Por que ella es especialista en lógica.

Esto pone en cuestión la referencia hecha al teatro por la teoría freudiana: el Edipo, nada menos.

Es tiempo de enfrentar lo que del teatro, ha parecido necesario mantener para el apoyo de la otra escena. Después de todo el sueño posiblemente es suficiente. Y que el ampara en la ocasión el parto de las funciones fuchianas[14], puede justificar que haga desear que se prolongue.

Puede ser que los representantes significantes del sujeto se abstengan más fácilmente de ser prestados a la representación imaginaria.

Es cierto que el goce por el cual se tiene que hacer castrar, no tiene con la representación más que relaciones de apareamiento.

El privilegio del Edipo de Sófocles, es que los otros Edipo sean incompletos, incluso perdidos, es todavía  mucho más rico (N.M.: es decir que es difuso) para nuestras necesidades de articulación.

La genealogía del deseo en tanto esto de lo cual es cuestión, es de cómo el se causa, releva una combinatoria más compleja que esta del mito.

(N.M.: Nosotros no vamos a soñar, acerca de para qué ha servido al mito. Es del metalenguaje).

Con respecto a esto las mitologías de Lévi – Strauss son de un aporte decisivo. Ellas manifiestan que la combinación de formas denominadas del mitema por la cual muchas se extinguen, opera según leyes de transformación precisas, pero de una lógica breve, o al menos (N.M.: al menos que se pueda decir que es) de la cual hay que decir que nuestra matemática la enriquece.

Puede ser conveniente volver a poner en cuestión de si el discurso psicoanalítico no tiene nada mejor que hacer que consagrarse a interpretar esos mitos bajo un modo que no supera el comentario corriente – o resulta perfectamente superfluo ya que lo que le interesa al etnólogo, es la recolección de mitos, y sus funciones, de rito o de producción, inventariados en una escritura cuyos isomorfismos articulados le son suficientes.

Ninguna suposición, iba a decir, sobre el goce así servido. Es verdad, mismo teniendo en cuenta los esfuerzos hechos para sugerirnos la operación eventual de estos confusos saberes. La nota dada por Lévi – Strauss en las Estructuras[15], de ostentación  ejercida por éstas en el lugar del amor, corta habiendo pasado al resto por encima de las cabezas de los analistas, en aquella época a favor.

En suma el Edipo tiene la ventaja de mostrar en qué el hombre puede responder a la exigencia del papludun que está en el ser de una mujer. El no amaría  papludune (más de una). Desafortunadamente no es lo mismo. Por volver siempre a la misma cita, es  donde las máscaras caídas no muestran ni a él, ni a ella.

Pero ésta fábula sólo se soporta mientras el hombre no sea más que un niño. Y que la histérica no pueda ceder, arroja una duda sobre la función de la última palabra de su verdad.

Podría, me parece, emprenderla aquí contra el hombre, que ya se lo hemos hecho en este punto de mi exposición, la parte modesta, – que eso sea uno, vuestro servidor en la ocasión, que haga hablar todo este bello mundo.

(N.M.: Aquí lo fluctuante, la niebla de lo que Freud dijo de Edipo es el mito – es el drama sofocleano Hamlet).

Me parece imposible, – no es en vano que yo tropiece desde el comienzo con esta palabra-, no tomar la escisión que separa el mito de Edipo de Tótem y Tabú.

Yo enseño mis cartas: el primero (Edipo) es dictado a  Freud por la insatisfacción en la histérica, el segundo (Tótem y Tabú) por sus propios callejones sin salida.

Ni del niño, ni de la madre, ni de lo trágico del pasaje del padre al hijo, ¿pasaje de qué?, sino falo. De esto que hace la “tela” del primero (Edipo), sin huella  en el segundo (Tótem y Tabú).

Ahí el padre goza (término velado en el primer mito por el poder[16]), el padre goza de todas las mujeres, hasta que sus hijos lo matan, no estando ahí sin entenderse. Después ninguno lo sucede en su glotonería de goce. El término se impone de lo que retorna: que los hijos lo devoran, cada uno necesariamente sólo teniendo una parte, y de ese hecho haciendo comunión. Es a partir de ahí que se produce el contrato social: ninguno tocará a la madre, porque está precisado que sólo entre los hijos más jóvenes aún están en el harén, son las mujeres del padre como tales las que están prohibidas. Si tal es el origen de la ley, no es de la ley del incesto maternal, sin embargo dada como inaugural en psicoanálisis, mientras que en realidad (dejando aparte una cierta ley de Manou que la sanciona de una castración real), ella está elidida por todas partes.

No pongo en duda, de ningún modo, el bien – fundado profiláctico de la censura analítica. Yo subrayo que no está míticamente justificado (NM: por Freud) y que lo extraño comienza por el hecho de que ni Freud, ni ningún otro,  parece darse cuenta.

Continúo en mi pista: el goce (NM: para Freud) es promovido al rango de un absoluto que llega al cuidado del hombre, del hombre original, es confesado y reconocemos ahí el falo, la totalidad de lo que femeninamente puede estar sujeto al goce, – este goce, acabo de decirlo, queda velado en la pareja real del Edipo, pero no es que del primer mito esté ausente.

La pareja real sólo es puesta en cuestión a partir de esto que he enunciado en el drama que es el garante del goce del pueblo, lo que encaja con el resto de lo que nosotros sabemos de todas las realezas tan arcaicas como modernas.

Y la castración de Edipo no tiene otro objetivo que poner fin a la peste tebana, es  decir de devolver al pueblo el goce del cual otros quieren ser garantes, eso que desde luego, visto de donde uno parte, no irá sin algunas peripecias amargas para todos.

¿Debo señalar que la función clave del mito se opone en ambos estrictamente?  Ley en primer lugar, en el primero, tan primordial que ella ejerce sus represalias mismo cuando los culpables sólo la han quebrantado inocentemente. Y es de la ley resurge la profusión del goce.

En el segundo, goce en el origen. Ley de la cual se me perdonará tener que subrayar los correlatos de  < perversión >. Porque al fin de cuentas, con la promoción sobre la cual se insiste bastante, del canibalismo sagrado, son todas las mujeres que están prohibidas de principio a la comunidad de los machos que es trascendida como tal en ésta comunión. Es el sentido de esta otra ley primordial: ¿qué la funda? Etéocles y Polinice[17] están ahí, pienso, para mostrar que hay además recursos. Es verdad que ellos proceden de la genealogía del deseo.

¿Es necesario que la muerte del padre haya ocurrido? ¿para quien? ¿para Freud? ¿para sus lectores? Una fascinación suprema, para que nadie haya considerado subrayar que en el primer mito se pasa a espaldas del asesino que no sólo no reconoce que el golpea al padre, sino no puede reconocerlo (NM: ninguno golpea a su padre expresamente reconocido como tal) porque el tiene un otro, el cual desde siempre es su padre ya que el lo ha adoptado y que es expresamente para no correr el riesgo de golpear a este padre que se ha exiliado. El mito es sugestivo, por manifestar el lugar que el padre genitor[18] tiene en una época en la cual Freud destaca que como en la nuestra, ese padre es problemático. Y también lo sería él, y Edipo absuelto, si no tuviera rango real, es decir si Edipo no hubiera funcionado como el falo, el falo de su pueblo, no de su madre, y que en un tiempo ha marchado. Yo he indicado con frecuencia que es Yocasta quien ha debido realizar el giro: ¿es de lo que ella sabía ó de lo que ella olvidó?.

¿Qué tiene de común, en todo caso con el asesinato del segundo mito, que se deja entender por rebelión, por necesidad?. A decir verdad impensable, si no como procediendo de una conjuración?.

Ese término me divierte de lo que se aplica a esto que me ha impedido tratar este tema en su tiempo, y de evitar en ciertos psicoanalistas la ocasión de despachar algunas insensateces suplementarias sobre esos puntos que hacen su tabú.

La contribución de Freud al discurso psicoanalítico, procede menos de la neurosis  que lo que recogió de la histérica.

Puede ser tiempo para que tal  aserción, – de toda manera incontestable: es de él  que nosotros tenemos la confesión – no pueda ser sostenida para poner en causa la obra freudiana.

Todo lo contrario. No se psicoanaliza una obra, se la crítica. Y más lejos que una neurosis vuelva sospechosa su solidez, es a menudo ella quien la suelda.

Es al testimonio que el obsesivo aporta de su estructura a lo que de la relación sexual se revela como imposible de formular en el discurso, que  debemos al mito de Freud.

No su ley, ciertamente, nosotros tenemos el fruto perfecto, quiero decir por ahí que no muestra escapatoria, simplemente en el matrimonio de cada uno con su cada una. Es el mejor ejemplo de una ley inepta, pero que no es menos infranqueable por la siguiente razón: que no hay medio de inscribir su relación con el goce que a ella concierne.

Sólo puede inscribirse al escribirse, y eso no es posible a partir de ninguna articulación de la relación sexual en el ser capaz de hacer ley de su palabra.

Yo lamento que esto me hago recordar aquí lo que todo el mundo sabe y mismo escribe, pero de manera perfectamente vana.

Lo que importa para mi discurso en tanto que se articula del discurso psicoanalítico, es como la neurosis testimonia, es que se define en testimoneando, y no vagamente como los escritores del corazón.

El hombre, se sabe por experiencia, no tiene el privilegio de la neurosis obsesiva, pero tiene una preferencia por esta manera de testimonear acerca de la ineptitud en la relación sexual que no es el premio de su sexo.

Este testimonio no tiene menos valor que el testimonio de la histérica. Tiene sin embargo menos porvenir, no solamente por tener un pasado muy cargado, sino por no encontrar sitio en ningún discurso.

Esto asombra siempre más a medida que se intenta liberar el discurso analítico.

Lo que sólo puede hacerse demostrando el lugar que ocupa.

Lo que acabamos de decir acerca de los mitos freudianos, conduce a decir que ellos sólo se sostienen de la novela familiar: los mitos freudianos forman parte, y que ellos sean parte los juzga. Sin necesidad ahí de psicobiografía.

La metáfora paterna, como yo la he denominado desde mucho tiempo cubre el falo, es decir el goce en tanto que es del semblante.

Es en esto que el goce está condenado al fracaso. No hay padre simbólico, no se ha notado, en la articulación  en la que yo he diferenciado frustración por una parte, castración, y privación por la otra.[19]

El padre no sabría enunciar la ley, aunque históricamente la representa: sólo puede servirla. El padre legislador está automáticamente prescripto (forcluído), lo he subrayado para Schreber.

Sólo hay un padre imaginario, el padre ideal, para constituir el agente de la privación, la cual sólo descansa sobre los objetos simbólicos.

Es lo que toda cultura promete, manifiesto, como el confucionismo es el ejemplo, dónde sólo lo representa la tabla de la cual tomarán cuidado sus descendientes, después que sus niños se consagren a su vejez, en un perfecto desconocimiento de lo que es su función fálica.

No es decir que la ley lo castra. Es peor: lo  tipifica.

Está castrado seguramente, pero es por la operación del Padre real, que es necesario considerar  la obra en la religión judía que sola ha sabido desarrollar su propia “demansion “ [20]. (dimensión)

El hombre de la nube[21], de humo o de fuego, según sea día o de noche, este que contiene el pueblo de precederlo de un cuerpo, de haberle dado escritas sobre las tablas, no las leyes del discurso, lo que se llama lógica, sino aquellas leyes de la palabra de donde surgen profetas y otras especies de profes…, busquen: aquí tienen varios.

Su preferencia está marcada para las mujeres que tienen más edad, es a aquellas que el permite procrear. El acento de milagro puesto sobre el mantenimiento de la descendencia de los patriarcas, subraya la división del goce y de lo que ella engendra.

Esto quiere decir que el goce opera por órdenes. La enunciación verdadera del superyó, – sólo he avanzado en ésta proposición de manera oblicua, pero una vez enunciada, convence siempre más -, está en el Eclesiastés y dice en francés < Goza > esta lengua muestra su riqueza. Porque la respuesta aquí es homofónica, da su connotación de mandato.

Esto es lo que permite entender como Freud a la vez ha podido observar la estructura que conjuga la neurosis obsesiva con lo que se llama religión (no sólo en nuestra área?)[22], y el mismo haber recurrido a la orden que se deduce del padre, tanto se imponía a él que nada del sexo, sólo pudo sostenerse de su mantenimiento.

Ahora bien, sólo se sostiene de su imposibilidad, de la cual la pasión histórica de los judíos es el ejemplo.

Lo que la clínica muestra, sin embargo, a Freud, es la categoría de la deuda donde el hombre se instaura de no poder satisfacer a la función del falo. Evocaría yo al Hombre de las ratas, yendo a abrir la puerta (gesto real) a la figura mental de su padre muerto ¿para mostrarle su erección?.

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Aclaración: Las traductoras del texto sugieren la lectura de la clase del Seminario 18, del 26 de mayo de 1971, para distinguir similitudes y diferencias en la presentación como en la traducción misma.

Bs. As.  Lunes 6 de noviembre de 2006.-

Lic. Olga M. Mater

Mater.olga@gmail.com

www.olgamater.com

Aclaración de traducción: En francés el término “figer” da cuenta de petrificar, coagular, entorpecer, estereotipado, paralizado. Se ha escogido el significado <petrifica> y <petrificado> en cuanto al contexto,  y  acorde a la acepción del término en castellano señala: “Convertir en piedra” y “Dejar inmóvil de asombro”.

[1] Nota manuscrita de J.Lacan sobre el texto dactilografiado – Nota de Charles Melman.

[2] Aclara Charles Merman acerca de la apuesta de Pascal. Referencia en la enseñanza de Lacan en sus diferentes momentos, en cuanto al objeto a, en el Seminario 13 clases del 26 de enero, 2 de febrero de 1966, en la cual señala: “lo que Pascal ve en el juego son estrictamente uno de estos objetos que no son nada, y que pueden, de todos modos, evaluarse en función del valor de la apuesta”, en la clase del 9 de febrero expresa: “esta apuesta cínica en esta de lo que se pone en juego ahí es la existencia del partenaire”, mientras en el Seminario 16  en la clase del 13 de noviembre de 1968 señala que la apuesta de Pascal esta relacionada a la renuncia al goce, por lo que Pascal introduce el discurso científico, el 22 de enero de 1969 señala la apuesta y su relación con la repetición, siendo el Nombre del Padre una forma singular al nivel de la apuesta, refiere Lacan, entre otras referencias.

[3] Es de deducirse que Lacan dicta la conferencia a un auditorio que no es el de sus Seminarios, encontrándose ya publicados algunos artículos del mismo, en particular sus Escritos presentados en 1969 en francés.

[4] Bedeutung en alemán significa: significado, sentido, significación. Lacan hace referencia a “La significación del falo” artículo compilado en sus Escritos.

[5]  En la versión francesa, se encuentra en cursiva tal como se presenta – Nota del traductor. Señalar en 1972, acerca de lo mínimo en la estructura, no es sin efectos, en cuanto en términos de J. Milner, Lacan puede ser considerado un hiperestructuralista, por dedicarse a “lo mínimo”. En El periplo estructural Figuras y paradigma, Editorial Amorrortu – 2003 – específicamente en Lacan I y Lacan II.

[6] Botella de Klein: Figura topológica de la cual se sirve Lacan, para demostrar la estructura del sujeto. Figuras topológicas  siendo que pegando, borde a borde, dos cintas de Moebius, puede obtenerse la superficie de Klein.  Puede consultarse la página Web http:/axxon.com.ar, en la cual aparecen diferentes figuras y la teoría de las cuerdas.

° En la versión original en francés dice: “ l’ hommoinzin” neologismo lacaniano que condensa: <au moins un >, al menos uno.

[7] En cursiva en la versión original en francés.

[8] Aufklärung: término en alemán que significa aclaración, desde un punto de vista histórico en el Siglo de las Luces, sexuelle,daba cuenta de la  iniciación sexual.

[9] Lacan en el Seminario 20 – Clase VII ( 13 de marzo de 1973) pág. 95 en adelante  Editorial  Paidós –  trabaja las fórmulas de la sexuación e indica a: «x, del lado hombre y del lado mujer, sin el signo negativo (lado hombre) todos los hombres y con el signo negativo (lado mujer) no – toda, ambos en referencia al falo.  Al señalar Lacan en la presente exposición «x expresa: todos los hombres … (lado hombre), siendo la x en referencia a: Φx – función fálica.

¨ En el original en francés, el término “pan” puede aludir a la cara de un poliedro.

[10] Lacan en el Seminario 20 – Clase VII pág. 97 expresa: “A todo ser que habla, sea cual fuere, esté o no provisto de los atributos de masculinidad – aún por determinar – le está permitido, tal como lo formula expresamente la teoría freudiana, inscribirse en ésta parte. Si se inscribe en ella, vetará toda universalidad, será el no – todo, en tanto puede elegir estar o no en Φx.”  Del lado mujer : con signo negativo superior Ұ x  ( no toda está en referencia al falo).

  • En la versión original en francés aparece como condensación de: <pas plus d’ un >; “no más de uno”.

ª Peano Giuseppe: Lógico y matemático italiano, (1858 – 1932) Considerado uno de los padres de la lógica simbólica, que utilizó para reformular las matemáticas, deduciéndolo a partir de unos axiomas fundamentales. Ideó una curva que lleva hasta la actualidad su nombre; Entre sus axiomas fundamentales daba en latín cuenta de:

  • el 1 es un númeronatural
  • si a es un número natural a + 1 es también sucesor de a
  • 1 no es sucesor de ningún número natural (el tema del cero como número natural es una controversia)
  • si hay 2 números naturales a y b tales que sus sucesores son diferentes a y b, son números naturales diferentes
  • axioma de inducción matemática: un conjunto de números naturales contiene al 1 y a los sucesores de cada uno de sus elementos, contiene a todos los números naturales.

Pretendía un lenguaje riguroso, por ello para la simbolización señala por ejemplo: “la clase de objetos x tales que p (x)” es un axioma formador de clases por la propiedad, p (x), que contengan los objetos x.

Para el lógico matemático, ser elemento de una clase, o sea, <pertenecer> es diferente a estar <incluido o contenido>, en una clase, por lo cual diferencia el objeto de una clase y las partes de una clase. De este modo señala el símbolo S como símbolo de pertenencia y como símbolo de inclusión: Ì. De este modo especifica: “para todo x, x pertenece a A si p (x)” actualmente se siguen utilizando como el símbolo » “existe algún por tal que p (x)” y afirma el símbolo $. En Italia se organizó y difundió la Escuela de Peano hasta 1908.

[11] Lacan alude a uno de los Diálogos de Platon con Sócrates, puede leerse en 70ª1 – 73c5, de la obra mencionada, introducida en la tercera de su tetralogía.

[12] En el original en francés Lacan hace un juego significante: mais non, mais non que expresa <pero no, pero no>, de manera literal, pero homofónico al nombre Ménon.

[13] Lacan hace referencia a la Verneinung freudiana: mecanismo de negación

[14] Funciones fuchsianas, denominadas por Henri Poincaré, a las funciones transcendentes difundidas por la condición de ser invariables como la variable sufre ciertas sustituciones, variables determinadas, que constituyen un grupo que llamó Poincaré Grupo Fuchsiano, en referencia a funciones elípticas. Lacan da cuenta de las mismas en el Seminario 19 clase 11 del 14 de junio de 1972.

[15] Lévi – Strauss Claude (1949)  Las estructuras elementales del parentesco.

[16] Lacan alude al mito freudiano de Tótem y Tabú (1912 – 13).

[17]  Lacan señala acerca de: Etéocles y  Polinice, de la mitología griega, hermanos, hijos de Edipo y Yocasta, ambos hermanos de: Antígona y de Ismene.  Ambos hermanos, Etéocles y Polinice, al conocerse los crímenes de Edipo, se enfrentan a él, y éste los maldice, Edipo abandona el país, y acuerdan turnarse anualmente para gobernar Tebas. Etéocles escogió el primer año de reinado y se negó a  cumplir el pacto. Entonces se organizó la expedición de los Siete contra Tebas.  Etéocles cayó en duelo con su hermano Polinice, ambos mueren, pero mientras éste recibió honrosa sepultura ,  Creonte, prohibió la de su hermano, y Antígona hizo caso omiso de dicha prohibición.

En el Seminario 7 ( 1960 – Cap. XIX y XXI – Editorial Paidós) Lacan da cuenta  de otro  mito de Sófocles: Antígona, doce años antes de la presente conferencia.

[18] En francés geniteur no aparece, ¿podría suponerse un neologismo lacaniano para dar cuenta del padre biológico?.

[19] Lacan diferencia: frustración, castración y privación particularmente en el Seminario 10 ( 1962 – 1963)

[20] Lacan en el Seminario 18, clase 2 del 20 de enero de 1971, señala: “La verdad, si puedo decirlo, es esta dimensión o esta D.E.M.A.N.sion – si ustedes me permiten crear una nueva palabra para designar esos pliegues – esta demansion, ya se los he dicho, es estrictamente correlativa del semblante, esta demansion, (…) aquella del semblante, la soporta.” (página 15). Debido a esta referencia en la enseñanza lacaniana, es de considerar como significante ‘demansion’.

Después de la presente conferencia, en 1973, en el Seminario 20  afirma: “La mansión del dicho es por lo tanto el Otro (…) sólo hay inconsciente desde el dicho” y en el Seminario 21 – clase 1) expresa: “Hay tres dimensiones (dimensions) del espacio habitado por el hablante, esas tres dit – mansiones tal como las escribo, se llaman, lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real (…) mis redondeles de hilo”. Se encuentran a partir de aquí en la enseñanza de Lacan diferentes referencias a su neologismo, entre ellas, en  el Seminario 22 y 23.

[21] Lacan en la Clase 2 del Seminario 18 da cuenta de: “ No hay Nombre del Padre que se pueda sostener sin el trueno” en la página 7, metáforas lacanianas que puede considerarse retoma, en cuanto a los avatares universasles. Así mismo el significante: ‘ nuage’ en francés remite a: nube, pero además a tristeza y velo.

[22] En la versión original en francés dice: “ pas seulement dans notre aire?)” puede considerarse que alude a las afirmaciones y divergencias de Freud con ciertos psicoanalistas y escuelas de psicoanálisis. Así mismo Lacan, en éste momento de su enseñanza ha sido expulsado de la IPA, ha  fundado su escuela de psicoanálisis., no sin afirmar sus críticas al movimiento psicoanalítico contemporáneo, y advertir acerca del porvenir del  psicoanálisis.

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